martes, 18 de mayo de 2010

Vida en la terminal

El tránsito de pasajeros ha disminuido en la terminal 2 del aeropuerto del Prat, en cambio ha aumentado la cifra de gente sin techo.

Mientras los pasajeros se preocupan por encontrar los mostradores de facturación, existe otro colectivo que ha tropezado en algún escalón de la vida.

Tras una larga y fría velada el suelo parece una mesita de noche, y la moneda que queda probablemente sea el único dinero del que dispone este hombre.

Rafael es un tinerfeño que lleva casi dos años instalado aquí e intenta estar al orden del día.

El tiempo se consume lentamente en la monotonía que alberga el lugar.

Algunos son aves de paso, como James, irlandés, que en su despedida brinda y rememora historietas con unos compañeros.

Una pasajera recién llegada aguarda a que su madre la recoja. La espera es amena con Miguel y Juan.

Un pretexto que siempre se repite es una buena forma de conseguir dinero sin tener que recurrir a la mendicidad.

Es imposible confundirlos echando un vistazo a los carros donde guardan sus pertenencias.

El paso de los viajeros es fugaz, y muchos no se percatan de la existencia de indigencia en el lugar.

Algo tan primigenio como un carro es primordial para cumplir varias funciones vitales.

Un gran aeropuerto destaca entre otras cosas por los numerosos anuncios luminosos que desorientan a cualquiera.
¿Porqué no echar una mano para conseguir una consumiciónsi falta personal?

Sentado en el "Plantaciones", Rafael ignora el flujo de dinero que se mueve en estas instalaciones.

Otra manera de sacar un dinero de una forma menos honesta. Como dice el dicho: "Pan para hoy, hambre para mañana". Más tarde lo devolvió arrepentido.

El cierre del aeropuerto debido a las nubes de ceniza del volcán islandés provoca las molestias de más de medio millar de pasajeros. Además, hay otro motivo.

AENA ha retirado en el último año todos los asientos que servían de alojamiento. De hecho, estos ya no existen.

La intimidad y el agua caliente son los máximos exponentes de los lavabos, que cumplen varias funciones indispensables.

La higiene resulta fundamental para conservar la dignidad.

Los empleados se preocupan por conocer las historias personales de cada uno de los individuos que les llevaron a permanecer aquí.

¡A mi no me saques fotos!, dice uno de ellos harto de ver su imagen entre frases tergiversadas en los periódicos. Sólo le dejaron echar fotografías de sus objetos a esta reportera.

La poca concurrencia de pasajeros implica que los servicios de limpieza sean rápidos y efectivos.

El papel de fumar es lo único que necesitan para echar un cigarro.

Siempre que puede, Albert va al bar Avenida, en Cornellà del Llobregat, a comer un menú.

Los servicios de urgencia no llegaron, y tuvo que ir acompañado por un colega al hospital de Bellvitge afectado por una trombosis en la pierna izquierda.

Un integrante del colectivo falleció en estas instalaciones durante el ejercicio del reportaje.

Volviendo en el autobús de tránsito entre terminales a dormir ya que en principio les tienen vetada la entrada a la T1.

Siempre queda algún resto que rescatar en cualquier rincón a última hora.

El tiempo pasa, el espacio cambia y la cabeza da siempre las mismas vueltas.

Cualquier recurso es válido para descansar de la forma más cómoda posible, a la vez que cuidan de sus posesiones.





























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