Noroc Maroc trata de un grupo de cinco gitanos rumanos que se han asentado en Barcelona desde hace más de cinco años dejando atrás experiencias de vida bastante duras.
So. viajó en una Ford Transit junto a otros siete rumanos para llegar a Barcelona luego de que fueran expulsados de París. Para subsistir comienzan a dedicarse a la chatarra ya que la Ford les facilitaba este tipo de trabajo. Ex. es el alma de la pequeña comunidad, quien a pesar de la dureza de su vida es un gran trabajador, alegre y altruista. En cada visita me agasajaba con todo aquello que no vendía de su chatarra. En cuanto a los demás, en ausencia de Ex.dejaban su dinero en cartones de vino y se alimentaban de los desechos que encontraban en la basura. Lu., la mujer de Ex. es una persona bastante inestable, no habla español y hacía por comunicarse a través de sus grandes ojos brillantes. Muchas veces desaparecía del campamento por días y Ex. un día, ante las dudas, la llevó a la Sagrada Familia para pedir a Dios que el hijo que esperan fuese suyo.
Em. fue esencial para mi inmersión en la vida cotidiana del campamento. Habla italiano y continuamente buscó entretenerme con las bromas que hacía a So. su victima favorita; provocando asi la risa de todos.
Ma. es el "tata" (padre) del grupo por ser el mayor de todos. Se pasa el día bebiendo vino, y algunas mañanas coge el metro para ir a pedir limosna en el centro. Habla pocas palabras en español, chapucea entre distintos idiomas ya que vivió en diferentes lugares, como Marruecos, del cual tiene buenos recuerdos y es el primero a gritar ¨Noroc Maroc¨ (salud Marruecos!) cada vez que brinda con todos nosotros. Todos han trabajado como jornaleros en los campos de cultivo de media Europa: Rumanía, Hungría, Francia, Italia, Grecia, España, Alemania e incluso Inglaterra. Ahí eran felices pues a pesar del duro trabajo, podían tomarse un vino a la sombra cuando el sol apretaba, además de disponer de un techo y comida caliente. Soñaban con ahorrar y volver a su país a comenzar una nueva vida, pero la pérdida de su documentación y la laberíntica burocracia española e internacional les obligaron a construirse sus propias chabolas en los arrabales de Barcelona.
En los ocho meses que he compartido con ellos, han tenido que trasladarse innumerables veces, con todo lo que esto conlleva (buscar ubicación, traslado y la construcción). Han sido víctimas de múltiples desalojos por parte de la policía ya que generalmente ocupan terrenos baldíos. Empezar de cero es una constante en la vida de estas personas.






























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